31 oct 2011

Ciudad de locos

La puerta de la celda se abre con un sonido de bisagras, desagradable para la mayoría, música celestial para mí. Ya está aquí de nuevo. Me encanta, me mira como si temiese que fuera a arrancarle la cabeza. De hecho podría hacerlo. Sería divertido. Humm... o quizás no. Sangre de psiquiatra. Muy visto. No, no lo haré, démosle ventaja. Parece que viene a contarme algo.

- El nuevo alcalde ha dicho que el traslado está listo. ¿Estarás contento, no? Al fin vas a abandonar este psiquiátrico del que tanto te gusta salir.

Le miro con una seriedad absoluta. La sonrisa que esbozó al pronunciar su pequeño chiste de aficionado se borra al instante. Genial. La risa me invade por completo y no puedo parar de carcajearme. Está totalmente paralizado de miedo, no puede ni mirarme a los ojos. Era mucho más divertido cuando Harley se encargaba de mi tratamiento. El pobre muchacho alcanza el interfono a toda velocidad.

- No me fío de este, ¡enviad refuerzos!

En el fondo es listo. Sabe que la camisa de fuerza no es suficiente para retenerme. Creo que se ha meado encima del susto... ¡JA!. Al final el Dr. Crane y el murciélago iban a tener razón. El miedo puede ser un arma poderosa.
Cuatro guardias entran a sujetarme. Traen una camilla de metal. Me van a atar, ¡será divertido!

- Qué honor, caballeros, cuatro para uno... ¿no me traéis refuerzos a mi también?

Uno de los guardias me mira con desprecio. Aguafiestas, no saben encajar una broma. Me atan fuertemente a la camilla y me sacan al pasillo. Oigo la voz del Alcaide por megafonía.

- El alcalde de Gotham, el señor Quincy Sharp, ha decidido trasladar a todos los presos del psiquiátrico Arkham y la penitenciaría de Blackgate a las nuevas instalaciones. Rogamos colaboren en el traslado y no intenten escapar. Se ha autorizado a los guardias a disparar en cualquier mínimo intento de fuga.

Un novato se ríe y se libra fácilmente de los guardias. Tiene potencial.

- ¡¡Disparad si os atreveis, mamones!!

Una ráfaga de disparos atraviesa al novato, que cae desplomado sobre el suelo. ¡Auch!, ha tenido que doler. Lástima, hubiese sido un buen fichaje. Estos tíos van en serio. ¿Dónde nos llevan?.

A medida que recorremos lo que queda del psiquiátrico los recuerdos me asaltan la mente. Sólo hace unos meses desde que el murciélago y yo jugamos a nuestro gran juego en los muros ahora derruidos de Arkham. Un final doloroso, aún arrastro las secuelas. Mi cara está desfigurada y tengo una tos horrorosa. Y va a peor. Pero eso no me desmotivara, ¡NO!. Soy el príncipe de la comedia, nada ensombrece mi rostro... Además, ¡fue divertido!
Me colocan una bolsa en la cabeza. Apuesto a que me parezco a Crane con su ridículo disfraz. Me suben a un vehículo: por el ruido, un helicóptero. Debe ser gracioso ver a alguien perder la cabeza con las hélices de un helicóptero. TUTUTUTUTUTUT... SPLASH! Me lo apunto. Oigo las instrucciones de radio. La siguiente es la ex-Dra. Quincel. Bien, vayamos a donde quiera que vayamos tendré diversión asegurada.
El helicóptero aterriza y me hacen bajar de él a toda velocidad. Echaré de menos el psiquiátrico, al fin y al cabo, Arkham fue como un segundo hogar para mí. Hace frío. Huele a gasolina y a hierro oxidado. Me retiran la bolsa y el viento nocturno de Gotham azota mi cara. No me lo puedo creer...
Un logotipo enorme se alza sobre las gigantescas puertas que se abren ante mí. Un logo muy familiar. Más que familiar. Me siento como en casa de nuevo. Mis ojos se salen de las órbitas. Esto promete. Los guardias me llevan hacia la entrada. Los muros enormes cierran parte del casco antiguo de Gotham. La emoción me invade, la risa vuelve. Se cierran las puertas tras de mí. Los guardias me desatan de la camilla y la emoción va en aumento. Huele a sangre seca. Me gusta. De repente, uno de ellos me golpea fuertemente la nuca, son precavidos. No quieren que intente nada raro. Lástima, iba a cargarme al menos a un par. Una voz resuena por los altavoces frente a un enorme portón cerrado.

- Habla Hugo Strange, Alcaide del centro.

Strange. Sólo él haría algo así. Y tengo la sensación de que quiere hablar conmigo. Estoy emocionado... ¿qué querrá?. El portón se abre y mi sonrisa no puede ser más amplia. La risa me invade por completo. Todos y cada uno de mis secuaces me reciben con una gran ovación. La antigua iglesia, el juzgado... todo el casco antiguo de la ciudad se alza tras de ellos, y es mi patio de recreo. Tengo mucho que hacer. He de establecerme, he de encontrar a Harley. No más celdas, no más ataduras. Tengo una ciudad para mí solo. Una ciudad llena de locos sanguinarios. Un nuevo tablero de juego. Es el mejor regalo que me han hecho en mi vida.

La puerta se cierra tras de mi. La voz de Strange resuena sobre la algarabía general, recordándonos que no debemos intentar salir. Idiota... ¿Quién querría salir de aquí?. Vuelvo la vista hacia el muro que he dejado atrás, he de volver a verlo. Miro de nuevo el cartel bajo el logotipo con el nombre del centro. A partir de hoy el paraíso tiene un maravilloso toque infernal, olor a combustible quemado y un nuevo nombre:

ARKHAM CITY

14 oct 2011

Ilusos...

Me mira fijamente a los ojos. En su expresión no hay una pizca de orgullo, pese que ha logrado tumbarme de un golpe. Mi boca emana sangre y mis labios tienen ese regusto a hierro que tanto me gusta. Su mirada... una mezcla de odio y elegancia... hay que reconocerlo, ¡al menos es elegante!

Está obsesionado. Me llama loco, pero el loco es él. Tiene un problema muy grave con el miedo, se cree que puede controlarlo. Lo usa como arma, o eso dice él... ¡JA!, tiene cientos de artilugios y cachivaches con la tecnología más avanzada y se atreve a decir que su arma es el miedo... que no ose compararse con el Dr. Crane.

La tos me domina por un instante, me controla, lo encuentro divertido. Una carcajada surge de lo más hondo de mi alma y la dejo salir, dejando que las comisuras de mi boca se desgarren y se cubran con el barro del suelo.

Llueve, es cómico. Es como si la ciudad llorase a todos los inocentes que hago volar por los aires habitualmente. Nadie lo entiende. Nadie me entiende, soy demasiado listo para ellos. Soy un visionario incomprendido. Algún día me darán las gracias.

Ya está soltándome uno de sus discursos otra vez. Blablabla... aburrido. Presume de puesta en escena pero no tiene ni idea de dar discursos. Aburriría a las ostras. Edward peca de pedante, pero él... ¡buf!. Estoy seguro de que se aburre hasta a sí mismo. ¿Acaso sabe lo que dice?.

Una corriente de aire levanta su capa, le da un aire majestuoso. Es un digno rival, de eso no hay duda. Pero su mente está limitada. No comprende que lo que hago es por su bien. Es por el bien de la ciudad. El caos es bello, la muerte es divertida. Soy el payaso definitivo, solo quiero arrancar una sonrisa a los aburridos habitantes de esta oscura ciudad.

Aún no consigo incorporarme. El derechazo me dio directo en la mandíbula, con un poco de suerte me saltó algún diente. Seguro que ahora tengo un look mucho más divertido, a Harley le va a encantar.

Él sigue con su eterno discurso. Se cree que le escucho. Otra vez. Una risa... es como si de repente mi alma se dejase gobernar por el espíritu de la comedia. Me río a carcajada limpia y me revuelco por el barro. Las gotas de lluvia me dan en la cara y me hacen cosquillas. La risa me domina y se me saltan las lágrimas, pero él me da una patada en el pecho. Le sienta mal que me ría, ¿será aguafiestas?...

Luces de colores y sirenas. Siempre me pareció muy divertido, la policía y su maravilloso espectáculo de luz y sonido. Algún día tengo que robar uno de esos. Se acerca el de siempre, el del bigote.

- ¿Qué ha ocurrido?

- Le tenemos, comisario Gordon. Pero es raro, no ha opuesto resistencia... no me fío.

- Tranquilo, esta vez no volverá a salir. Traed la camilla y la camisa de fuerza.

No puedo evitar reir hasta llorar. Dice que no voy a salir, ¡JA!. No se imaginan nada. Son tontos, muy tontos... pero eso es bueno. No se han dado cuenta que Blackgate ardió por una razón. Que todos sus presos fueron trasladados a Arkham. Que esos presos son mis fieles perros. Y que me están llevando derechito hacia ellos.

Ilusos, no es que no vaya a salir. Es Batman quien no va a salir. Bienvenido a mi juego, murciélago....

11 oct 2011

Las cartas demoníacas malignas de la muerte



Se dice que el "deporte" universitario por excelencia es el mus: no es raro encontrar a gente echando sus pachanguillas en cualquier cafetería de casi cualquier campus. Probablemente haya gente alrededor de la mesa echando un ojo, comentando la jugada o quizás metiendo un poco de presión, hasta ahí todo bien, ¿verdad?. Os plantearé ahora una pequeña cuestión: ¿Qué ocurre si en la misma situación cambiamos la baraja de toda la vida por un mazo de cartas Magic? ¡Ah, Amigo! Ahora lo más seguro es que haya gente mirando raro, algún alumbrao comentando lo frikis (con connotación negativa, nótese) que son los que están jugando y probablemente algún gracioso echándose unas risas a costa de aquellos que disfrutan de algo tan simple como un juego de cartas. Por suerte esto es un hecho cada vez más aislado (parece que el ser humano evoluciona al fin y al cabo), pero aún quedan reductos de gente que nada más ver el logotipo de Magic aunque sea de reojo, ya tienen motivo de mofa para un buen rato. ¿Tanta diferencia hay entre el mus y las Magic?

Y ahora es cuando cabe preguntarse... ¿por qué ocurre esto? ¿acaso esa gente pensará que los jugadores de Magic tenemos poderes místicos y que con una mirada les convertiremos en homúnculos deformes? ¿quizas es que simplemente no tienen ni puñetera idea de qué trata el juego y lo mejor que pueden hacer es reírse de los demás? ¿acaso es un virus que elimina el niño que todos llevamos dentro? Desde aquí, en la primera entrada de este modesto y recién nacido blog, lanzo esta reflexión para que todos aquellos ávidos lectores (a lo sumo uno o dos que entrareis probablemente porque os obligue de una forma u otra) opineis indiscriminadamente y ayudéis a aclarar este misterio que, sinceramente, creo que nunca acabaré de comprender.